1
Sí, Patty, embriagame de música!
Vomitame en el esófago, oh sí!
como cangrejos caleidoscópicos viajamos.
Dame tu fuerza, Pegaso!
con tus dientes salivados y salados
y en la laguna viajamos llenos de deseos rotos.
Callate, cara de paredón,
matafuegos, feroces asesinos
matan cabras infernales embozadas
Pero esos pájaros desteñidos de tiempo
nos miran caminar...
Y en este rojo me duermo.
2
Palomas y caracoles en la almohada,
te digo que de los dedos me crecen palos.
Encendió el pogo de los pochoclos locos
y me duele el dedo y esto es circo romano.
Carcome las piedras del caldero!
Dame el azulejo roto de tu bañera.
Picos y picotas, patos y camas llenas de amor vendido.
La flor concheta del barrio!
Me comí una vaca en Tandil
con mi tío Ramón VII.
3
Brillantina molesta
pero en realidad no lo sabía
carcaza de jabalí
payasos y saltimbanquis de maiz
me tientan los dientes.
Tus alemanes endiosados
no me molestan
navegando por océanos
plagados de monos capuchinos
canta como libélula
pelos y fruta madura
¡mierda, qué mala combinación!
Bacanal de crotos homoeróticos
entonces saco la escopeta y la mato.
domingo, 16 de agosto de 2009
domingo, 2 de agosto de 2009
Negropájaro
I
La música terminó callando pájaros
y ahí te veo tan violeta, los dos
componían sinfonías ajenas
y siempre se desmigaja como arena
gritó, loco, de arroz con jamón:
¡los dientes, los dientes!
Trenes, colectivos y bicicletas y todavía nada
como garzas comiendo avena atroz
como si estuviera lamiendo el tiempo
ferozmente incómodo se encontró.
II
Iban los santos de la muerte riendo
quedaba tomar esta vida y chocolatada
jugando a pasarla de palmas.
No se aprieta este sol que se suelta
y me perdí en tus burbujas grices.
Tristes revistas leídas en ratos de ocio
tan alta, lánguida, que me estremece
despeinado como hielo picado.
Es una luz blanca que electrocuta
y la sal me enmudeció.
III
Me encontré escuchando tu espejo
roto el cajón bordó
tenía ese pelo de dos portazos juntos
y esos copos de blanco marfil florecían mientras
se sentían los badajos golpeando años.
¡Argh, y la concha de todo!
Si sólo tuviera el portal entreabierto.
Tus patas de alondra rasgaron llanto,
¡agua! hace calor y no puedo mirar
u hombres amorfos cortejando fieras.
La música terminó callando pájaros
y ahí te veo tan violeta, los dos
componían sinfonías ajenas
y siempre se desmigaja como arena
gritó, loco, de arroz con jamón:
¡los dientes, los dientes!
Trenes, colectivos y bicicletas y todavía nada
como garzas comiendo avena atroz
como si estuviera lamiendo el tiempo
ferozmente incómodo se encontró.
II
Iban los santos de la muerte riendo
quedaba tomar esta vida y chocolatada
jugando a pasarla de palmas.
No se aprieta este sol que se suelta
y me perdí en tus burbujas grices.
Tristes revistas leídas en ratos de ocio
tan alta, lánguida, que me estremece
despeinado como hielo picado.
Es una luz blanca que electrocuta
y la sal me enmudeció.
III
Me encontré escuchando tu espejo
roto el cajón bordó
tenía ese pelo de dos portazos juntos
y esos copos de blanco marfil florecían mientras
se sentían los badajos golpeando años.
¡Argh, y la concha de todo!
Si sólo tuviera el portal entreabierto.
Tus patas de alondra rasgaron llanto,
¡agua! hace calor y no puedo mirar
u hombres amorfos cortejando fieras.
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